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Mostrando entradas de julio, 2009

Cuidadito con Facebook

Por si las moscas... Guillermo Díaz nos avisa que Facebook ha decidido permitir a anunciantes usar las fotos colgadas sin nuestro permiso. Para protegernos, hay que entrar en la página, pinchar en "Configuración", "Configuración de privacidad". Seleccionamos "Noticias y muro" y luego, donde dice "Anuncios de Facebook". En la lista desplegable, seleccionamos "Nadie". Pásalo.

Concentración en Bilbao, próximo 27 de julio.

Me hago eco de la concentración que tendrá lugar el próximo lunes, por el encarcelamiento de un "mantero". Esto me recuerda una sabia frase de un funcionario, usuario habitual en la aplicación de gestión en cuyo proyecto trabajo, que viene a decir más o menos aquello de que vale más robar un millón que una gallina, porque si robas un millón eres la leche y si robas una eres un ladrón... El 3 de agosto de 2008 dos vecinos senegaleses de Bilbao, sin antecedentes penales y en situación irregular, son detenidos en Torrelavega porque en su bolsa llevaban Cds y DVDs Piratas. El 5 de septiembre de 2008 el juez del Juzgado de lo Penal 2 de Santander les condena a 6 meses de prisión, 900 € de multa y mas de 650€ de indemnización a la SGAE. El 27 de noviembre de 2008 la Audiencia Provincial de Santander confirma la condena. Posteriormente el Juez del Juzgado Penal 2 de Santander sustituye la pena de prisión por la expulsión. A principios de julio ordena el ingreso en prisión de uno de

No sin mi chipetera

Acabo de leer el post de Julián Inza sobre esto de las chipeteras a través de Administraciones en Red , y no puedo menos que sumarme a esta iniciativa a través de este post. Que está muy bien que haya avances tecnológicos, pero se podía trabajar de forma un poco más coordinada y con un sentido más "altruista" (uy, no sé si atreverme con esta palabra), para que el acceso a la tecnología sea realmente accesible y no implique soltar la panoja cada dos por tres...

La mala educación

Ya sé, ya, que de estas cosas no está llamado mi blog a hablar, pero es que me sublevo y al mismo tiempo de desespero. No sé si llamarlo mala educación, o falta de solidaridad, o individualismo recalcitrante o sencillamente, que somos peor que la más rastrera de las bestias. Y es que cuando miro a mi alrededor y observo y/o padezco esos pequeños y mezquinos detalles, no me extraña que muchos mueran en una avalancha humana por un desencuentro futbolero, que haya guerras fraticidas y todo lo demás que estamos acostumbrados (qué mal suena) a través de los medios de comunicación Me voy a explicar con un ejemplo: martes, 12.00 de la mañana, en Vitoria con unos 25 gradetes. Salgo de una reunión, con la documentación en ristre y dispuesta a coger el flamante tranvía para acercarme a otra reunión, esta vez en Gobierno Vasco. Subo al tranvía, y todo ocupado. A todo esto, mi panza se empieza a notar. Algunos podrían pensar que son kilitos de más, que no tomo Activia de Danone o que me he puesto

¿Teletrabajamos?

Por razones preventivas durante estos meses de gestación, se me ha recomendado sutilmente trabajar desde casa, eso que se suele llamar "teletrabajar". Confieso que al principio era bastante reacia, porque eso de estar tú sola contigo misma durante tu jornada laboral, sin escuchar el ringring de los teléfonos ajenos ni los murmullos y/o comentarios de primera mano de los compañeros, ciertamente se hacía duro. Sin embargo, me está ayudando a llevar el embarazo de una forma muy agradable y aprovecho mucho más el tiempo de trabajo. Esta alternativa me parece una muy buena opción para compatibilizar situaciones diversas en las que la vida personal puede chocar con esta manera esquizofrénica que tenemos hoy en día de llevar ciertas formas de vida profesional. Lamentablemente no es posible en todos los trabajos, y por este motivo de considero afortunada; aparte claro está de haber podido disponer de esta opción dentro de mi empresa. Las posibilidades de la tecnología son increíbles,

El proyecto de vivir

Ayer por la tarde tuve mi primer encuentro con ella en Bilbao. Me esperaba junto a la puerta de Bolunta con su carpeta clasificadora, de color azul, hablando por el móvil con voz queda pero firme, y tratando de identificarme con sus ojos claros, entre la gente que pasaba a esa hora. En aquella carpeta azul se guardaban las líneas maestras de su proyecto, una empresa recién creada en Vitoria para vender productos de segunda mano, y que a tenor de los datos que me presentó, no tenía visos de ir mal. Recopilando los datos que faltaban (fecha de nacimiento, hijos, cuándo llegó a España, cuándo obtuvo el estatuto de refugiada), fui reconstruyendo las piezas de su vida, que ella terminó de juntar con frases escuetas que en breve se tornaron en párrafos más largos, hasta que fue cogiendo confianza y vio en mí a alguien que también en su día fue emprendedora, y que quiere ponerse en la piel de los nuevos atrevidos de esta coyuntura tan difícil. Sin embargo, me resulta imposible ponerme en su p