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Mostrando entradas de agosto, 2011

Treintaitodos

Hoy cumplo treinta y nueve. Treintaitodos. Y como me ha dicho mi suegro al teléfono, "preñada". La verdad es que no se me ocurre mejor manera de poner colofón a esta mi tercera década vital, que ha estado plagada de momentos intensos en todos los sentidos de la vida. Mi década treintañera comenzó con un giro radical en mi existencia que arrebató mi inocencia de cuajo y me enseñó a valorar la amistad en su justa medida, a quererme mucho más, a dejar en el camino complejos estúpidos y a comprometerme con una sociedad que se me revelaba hambrienta de responsabilidad y lucha por erradicar hipocresías, tópicos y típicos. Fue también entonces cuando descubrí la hermosa Castro Urdiales, que terminó por abrirme los ojos, no sólo a su belleza, sino a la interior de quienes me apoyaron de diferentes maneras en aquellos duros momentos. Como treintañera casi recién estrenada conocí a grandes amigos que lo siguen siendo. Te conocí a tí, Agus, apareciendo justo en el instante oportuno,

Los Tudor, la serie

En los ratitos de somnolencia de Leire, mi marido y yo aprovechamos la ocasión para diferentes menesteres, y uno de ellos es ver un poco la televisión, o mejor dicho, desgastar los botones del mando a distancia, porque la verdad es que cada día da más penita este medio de comunicación. Los jueves matamos el rato con la serie Los Tudor, que relata la vida y obra de Enrique VIII, generosamente caracterizado para solaz de las jóvenes y no tan jóvenes. Vamos, que el tío era maquiavélico y cruel, pero como está de buen ver en la serie, hasta se le perdona y todo. En teoría la serie intenta reflejar, excepción hecha de la mencionada licencia de caracterización del protagonista, cómo era la vida de la época. Y sinceramente, no cambia demasiado a como es ahora, si no fuera porque ahora vamos en coche en lugar de en caballo, y que para celebrar magnos eventos contratan a Shakira en vez de a saltimbanquis. Y es que la corte del monarca está llena de intrigantes y malos malísimos, personajes

Vergüenza

Miro a Leire y sonrío. Verdaderamente está de suerte. Hace sus cuatro comidas diarias, sin contar con el picoteo arrastrao que se inicia por la mañana y termina por la noche: pan, Aspitos, galletas, rabas (cuando caen), y todo lo que pilla por los armarios de casa. Sí, está de suerte. Porque sus únicas preocupaciones son comer, dormir y jugar, y su mayor disgusto es cuando su amatxu, o sea la que suscribe, no puede estar con ella. Porque mientras ella duerme la siesta, estómago lleno, tranquila y ajena a todo, en la televisión aparecen de nuevo imágenes que no por surgir otra vez en nuestras pantallas son novedosas. Me refiero a las espeluznantes imágenes del Cuerno de Africa. No son novedosas porque si no se ha hecho nada antes, supongo que el no tener nada que llevarse a la boca será una historia rutinaria, día tras día, desde hace años, en esa zona del planeta. Y nosotros, tan preocupados con la deuda y esas cosas. Siento vergüenza como ser humano, al ver a estos niños, de