Ya sé, ya, que de estas cosas no está llamado mi blog a hablar, pero es que me sublevo y al mismo tiempo de desespero. No sé si llamarlo mala educación, o falta de solidaridad, o individualismo recalcitrante o sencillamente, que somos peor que la más rastrera de las bestias. Y es que cuando miro a mi alrededor y observo y/o padezco esos pequeños y mezquinos detalles, no me extraña que muchos mueran en una avalancha humana por un desencuentro futbolero, que haya guerras fraticidas y todo lo demás que estamos acostumbrados (qué mal suena) a través de los medios de comunicación Me voy a explicar con un ejemplo: martes, 12.00 de la mañana, en Vitoria con unos 25 gradetes. Salgo de una reunión, con la documentación en ristre y dispuesta a coger el flamante tranvía para acercarme a otra reunión, esta vez en Gobierno Vasco. Subo al tranvía, y todo ocupado. A todo esto, mi panza se empieza a notar. Algunos podrían pensar que son kilitos de más, que no tomo Activia de Danone o que me he puesto ...