¿Realmente aporta algo el rol de amargado/a en las organizaciones?

Hoy hemos tenido una reunión de responsables de proyecto en el ámbito de Gobierno Vasco (lo diré así para no aburrir con la jerga organizativa de mi empresa), y al finalizar, el gerente nos ha intentado resumir un interesante curso de formación al que ha asistido, sobre gestión de personas y cómo abordar las relaciones interpersonales en las organizaciones, conociendo un poco más el perfil de quien tenemos delante. Al escuchar esta parte de la reunión no he podido evitar acordarme de ciertas actitudes en el día a día de nuestro trabajo, que a mí personalmente al menos me aburren sobremanera. Me refiero a la manía de algunas personas de estar en su puesto con careto de amargado, despotricando cada vez que alguien le llama, y dejando claro que está liadísimo/a. Sinceramente me cuesta ver el lado positivo de este rol de amargado/a todo el día. Por supuesto que podemos tener días malos por motivos diversos, personales, laborales... Y está claro que hay veces que no te apetece habla...