Bodas, bautizos y comuniones


Hace unos días tuve una conversación telefónica de esas que te inspiran de vez en cuando, con una persona que, como yo, se empeña por crear, por buscar sinergias, por colaborar, por hacer cosas con la gente, en esta sociedad que a veces parece que se pone contra esta forma de ser, aunque la primera reacción sea de buenismo puro y sonrisa profiden.

Estuve charlando con la persona que se encarga de la difusión de temas europeos en un municipio de Asturias. Hablar de Europa no es nada fácil. En tiempos como los que corren es complicado decir que eres europeísta sin sonrojarte, y pretender dar a conocer lo que representa (o tendría que representar) el proyecto europeo, es complicado y casi una chaladura. Y si a todo esto le sumas que trabajas en una administración pública y que tienes que lidiar a diario con los rifirrafes internos, pues entonces la cosa sí que resulta harto complicada.

Pese a todo, pude detectar en este hombre a una persona con ganas de trabajar, que se creía lo que hacía y a quien, a pesar de que el sentido común le decía que se dedicara a otros asuntos, su corazón y su espíritu le empujaban precisamente a lo contrario.

Resulta siempre agradable descubrir gente con ganas de hacer cosas, con ganas de enseñar, de compartir, de diseñar estrategias colaborativas, más allá, como bien decía, de organizar "bodas, bautizos y comuniones". Porque divulgar es mucho más que organizar eventos y charlas. Tenemos una vocación de perdurabilidad, de dejar poso, de provocar iniciativas que hagan pensar y a las que sigan otras, y otras, en una espiral de conocimiento y de pensamiento crítico que no termine.

Ha sido estupendo poder establecer contacto con la oficina de asuntos europeos del Ayuntamiento de Gijón. Y estoy segura que será el origen de interesantes colaboraciones.

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