¿La administración mira a su ombligo o a su ciudadanía?

Hace ya unos meses que ando enfrascada en una "actividad extraescolar", de la que estoy aprendiendo muchísimo y con la que estoy recuperando aptitudes y herramientas que pensaba enterradas desde hacía tiempo.

Aunque aún no formalmente constituida, no me resisto más al menos a compartir algunas de las experiencias y sensaciones que vamos teniendo mis compañeros de viaje y yo, en la procelosa tarea de convencer a nuestro público objetivo inicial, a la sazón las administraciones locales, de lo interesante, novedoso e innovador de nuestra propuesta.

En pocas palabras, nuestro proyecto quiere contribuir a dinamizar los servicios electrónicos expuestos por los ayuntamientos, con el fin de saber si se están utilizando realmente, cuáles son los escollos que se encuentra la ciudadanía en ese uso, y cuáles pueden ser las posibles mejoras. Todo ello a partir de un análisis independiente, que tiene en cuenta a las ciudadanas y ciudadanos del municipio, sin nada que perder y sí mucho que ganar, a la larga, en esa tarea de testeo.

Partimos de la premisa de que la administración electrónica ha llegado para quedarse. Y que, sin dejar a un lado las infraestructuras y sus pantagruélicas inversiones, las infoestructuras han de cobrar con el día a día mayor relevancia, hasta el punto de atreverme a augurar una nueva revolución económica en nuestro entorno social. De alguna manera ya lo venimos viendo, el consumo de información feroz nos invade a cada momento, y de manera incansable demandamos más. Quien no está informado, no existe.

Desde este contexto, y con las imposiciones que establece la normativa vigente, las administraciones locales han abordado desde hace ya unos años diferentes estrategias de implantación de su escaparate electrónico, con mejor o peor suerte. No voy a entrar ahora en la aportación de datos y/o referencias a informes, estudios y demás parafernalia a cuenta del posicionamiento de estas entidades en términos de transparencia, disponibilidad de servicios públicos electrónicos, etc, etc.

A efectos de nuestro propósito como asociación, y sugeriría que a efectos últimos del interés municipal, lo que nos interesa es la ciudadanía.

Pues no parece que sea así.

A tenor de las primeras entrevistas mantenidas con algunos responsables de nuestras corporaciones locales más próximas, he sacado las siguientes conclusiones:

1. La propuesta no se entiende. "Se supone que si tenemos ya implantados sistemas de administración electrónica, más o menos completos, el objetivo está cubierto, ¿no?."

Pues no. Porque entiendo perfectamente al gestor o político de turno cuando afirma sin tapujos que sus sistemas funcionan, que satisfacen sus necesidades internas (ojo al calificativo), y que no hace falta poner más porque la ciudadanía no pide nada más.

Pero eso no quiere decir que las cosas funcionan. Significa simplemente que funciona hasta donde hemos llegado. Pero ni sabemos si cubre toda la demanda, ni si ha quedado gente por el camino en su intento de acercamiento digital con la administración.

2. Las entidades locales no buscan dar servicio a la ciudadanía, sino cubrir unas demandas internas desde un objetivo de practicidad y economía de recursos. Lo de abrir el abanico a la ciudadanía, tendrá que venir después, cuando de puertas para dentro todo esté montado y ordenado.

Como premisa inicial, no me parece mal. Suena bien, sobre todo en los tiempos que corren. Pero sigo pensando que un simple repaso a lo que se tiene en ese escaparate electrónico, a cómo se tiene, a cuál es su percepción por la ciudadanía (empresas y personas), no requiere inversion alguna, más que la confianza en quienes van a hacer ese diagnóstico, y sí puede reportar unas interesantes líneas de mejora a tener en cuenta para cuando se pasen las vacas flacas.

3. La ciudadanía no está aún madura en este tema. Cierto, queda aún mucho por andar. Entramos en el manido asunto del cambio, que afecta en este caso a los dentro y a los de fuera de la administración, por entendernos. Y me temo que si nadie toma cartas en el asunto, la cosa irá para largo, y los debates sobre estos temas quedarán reducidos, como nos han dicho hoy, a un grupo de frikies y demás fauna. Lo que no dejaría de ser lamentable.

En resumen. Tenemos una larga batalla por librar, tal vez quijotesca, no lo tengo muy claro aún. Y creo que como viene siendo habitual en esta piel de toro, tendremos que recurrir en primera instancia a las esferas comunitarias para buscar los apoyos y reconocimientos que no obtenemos aquí. Como siempre, el segundo plato. Y así nos va, claro.

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