Servicio Cántabro de Salud-1 Osakidetza-0

Creo que hacía tiempo que no me sentía tan reducida a un número más como me he sentido hoy. Tenía que hacerme una ecografía en el Servicio de Obstetricia del Hospital de Cruces, por recomendación de quienes hasta ahora habían hecho el seguimiento de mi segundo embarazo en el Hospital de Laredo, durante el tiempo que he estado residiendo en Cantabria. Como muchos ya sabéis, este embarazo está siendo complicado, si bien la ecografía que tenía que hacerme formaba parte del seguimiento rutinario, en concreto la correspondiente a la semana 20 de gestación.

No hace falta ser un lince para intuir que después de tres amenazas de aborto en menos de un mes, prácticamente todos los días con pérdidas desde hace 8 semanas, sin levantarme de la cama siguiendo indicaciones de dos ginecólogos, un médico de cabecera y una matrona, y con el único consuelo de sentir a mi peque pataleando dentro de mí, la incertidumbre diaria que siento es cuasi absoluta, unida al estrés psicológico que supone estar encerrada en casa, tumbada para más señas, viendo la vida pasar, a tu hija crecer, y a tu familia hacer encaje de bolillos para conciliar su gestión familiar con la de la mía propia, inquilina por sorpresa en su hogar.

Dicho esto, tampoco hace falta ser un lince para intuir que cada vez que me pongo de pie y voy al médico, me entra un pánico escénico brutal, tengo sensaciones muy raras entre las piernas y parece que tengo una vejiga juguetona a juzgar por la cantidad de veces que visito a Roca para hacer "comprobaciones rutinarias".

Y si no hace ser un lince para entender esto, y eres además lego en esto de la medicina, cabría esperar lo mismo de profesionales de la medicina de los que al menos, se espera un poco de humanidad.

Pero no.

Ya lo padecí en mi última visita a Urgencias, con una hemorragia en plan Paquirri, y hora y media esperando a que me atendieran, para escuchar un "si pierdes sangre y líquido, el bebé se muere". Mujer, que he estudiado en colegio privado y hasta ahí ya llego. Si tu misión profesional es que me acojone un poco más, pues nada, lo has conseguido.

Y hoy en la ecografía, pues más de lo mismo. Una hora esperando a mi cita, para terminar en una ecografía relámpago, donde casi no me dejan ni explicar por qué era la primera ecografía que me hacía en Cruces. Que no, que no vivo en Castro, pero he vivido allí, y me mandan desde allí para continuar el seguimiento. Y es que si en vez de mandarme directamente a la camilla me hubieras dicho "buenos días", y me hubieras dejado hablar, te hubiera podido entregar la cartilla de seguimiento del embarazo, te hubiera podido explicar todo con calma, no a trompicones, tumbada en la camilla, mirándote a ver si al menos esbozabas una sonrisa que pudiera calmar mis ánimos.

Pero no.

Tan sólo ha escapado de tu boca que "tienes un despegamiento de la bolsa de amnios, pero el reposo no garantiza nada. Total, puedes perder a tu bebé igual".  A ver, que me diga esto la frutera de mi barrio puedo entenderlo. Puedo entender también que, en efecto, y como otros profesionales ya me han indicado (por supuesto no de esta manera), el reposo no garantiza nada. Pero hay formas y  formas de decir las cosas. No hace falta que me despaches a toda leche, preguntándote mis dudas a la velocidad de la luz porque con tu mirada tengo la sensación de que te estoy molestando. Estaría bien que además de atender a la residente que está escudriñando a mi bebé en el ecógrafo, contestaras a mis preguntas, porque de Derecho sé algo, pero de Medicina, cero patatero. Y la verdad es que he salido de tu consulta con más incógnitas e incertidumbres que con las que he entrado. Porque ya no sé si es bueno que haga reposo, o es mejor que me ponga a limpiar las ventanas, total...

Porque tu valía como profesional, cosa que no pongo en duda, queda reducida a la nada si la humanidad y la amabilidad brillan por su ausencia. Porque dos minutos más de tu tiempo pueden aligerar sobre manera tu sala de espera. Porque una sonrisa y una palabra amable (me vale un "buenos días"), pueden hacer maravillas. Y porque hay ciertos comentarios que sobran, por obvios. Mientras que otros, pueden arrojar retazos de esperanza.

Así que no me cuenten milongas del Servicio Cántabro de Salud. Porque de momento, ellos ganan la partida por la mano a Osakidetza, por lo menos en lo que me ha tocado hasta ahora.

P.D.- Sólo excluyo de esta crítica a todo el personal de Cruces que me atendió en el nacimiento de Leire. Exquisitos. A ver si la coleguita de hoy se apunta con ellos a un curso de verano, y aprende algo de trato al paciente.

Comentarios

superjau ha dicho que…
Vaya tela... En fin, espero que la cosa marche bien. Mucho ánimo!

Un saludo desde Castro Urdiales
Anónimo ha dicho que…
Si algún día esa "agradable tipeja" se pasa por el Servicio Hospitalario donde trabajo (nada más y nada menos que Oncología Radioterápica y Medicina Nuclear) no merecerá otra cosa más que le diga que casi mejor que no se trate de su cáncer, total se va a morir igual.

Año arriba año abajo, qué más da.

En fins, lástima de Tío de la Vara.
Sonia ha dicho que…
Reír por no llorar. He ido a la consulta del ginecólogo en el Centro de Salud para ver los resultados de esa ecografía, y la coleguita de Cruces no había hecho el informe. Ya no es que no me lo haya dado, es que no figura en sus sistemas informáticos. Así que tengo que volver la semana que viene a repetirlo todo. Genial para el reposo oyessssssssss...

Servicio Cántabro de Salud-2 Osakidetza-0.

Por suerte, el ginecólogo del Centro de Salud parece un profesional normal, y amable. Vamos, que visto lo visto, un lujazo...

A ver cuál es la siguiente.

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