El abuelo ye-ye
Hoy tenía que vacunar a mi hija, y como no es plato de gusto verle llorar solita, y como además se mueve como una lagartija y necesito apoyo logístico, ha venido mi padre desde Getxo, en periplo inenarrable (metro Bidezabal-San Inazio-Cruces+autobús Cruces-Castro Urdiales= más de una hora...). Anacleto nunca falla, que diría él.
El momento-vacuna lo hemos solventado con éxito, Leire ha lloriqueado justo en el pinchazo, pero luego se ha quedado tan pancha. Y pienso que si los adultos supiéramos proporcionar así de bien nuestros sentimientos, y ajustarlos a la realidad de las cosas y sin exagerar, mejor nos iría. Pero ese es otro tema.
Después hemos ido a un bar para dar la merienda a la peque. Le hemos puesto el babero, y mi padre la ha sentado en sus rodillas mientras yo le daba las cucharaditas sin piedad (aunque hay que decir que ella tampoco hace ascos, de hecho es la reina del momento-puré en la guardería). Para amenizar el instante, mi padre tarareaba, incluso canturreaba, las canciones que se oían en el bar, todas de la radio, bastante actuales. Y claro, la camarera ha flipado, y así nos lo ha hecho saber.
Me alegra mucho saber que tengo un padre moderno, y Leire en consecuencia, un abuelo ye-ye. Lo cierto es que me ha hecho mucha gracia, no sé yo a qué está acostumbrada esta camarera. Y es que mi padre, y mi madre también, son dos personajes del Renacimiento, ya sabéis, de esos polifacéticos que te sorprenden cada día con nuevas habilidades y capacidades.
Así que cuando el Presidente del FMI dice que hay riesgo de que se pierda una generación (la ni-ni, supongo), pienso que a lo mejor tendrían que echar mano de estos abuelos ye-ye (que imagino habrá unos cuantos), en vez de tanto comité de sabios, porque seguro seguro que daban ideas buenísimas, innovadoras y divertidísimas, para que esa generación recupere las ganas de "tirar p'lante".
El momento-vacuna lo hemos solventado con éxito, Leire ha lloriqueado justo en el pinchazo, pero luego se ha quedado tan pancha. Y pienso que si los adultos supiéramos proporcionar así de bien nuestros sentimientos, y ajustarlos a la realidad de las cosas y sin exagerar, mejor nos iría. Pero ese es otro tema.
Después hemos ido a un bar para dar la merienda a la peque. Le hemos puesto el babero, y mi padre la ha sentado en sus rodillas mientras yo le daba las cucharaditas sin piedad (aunque hay que decir que ella tampoco hace ascos, de hecho es la reina del momento-puré en la guardería). Para amenizar el instante, mi padre tarareaba, incluso canturreaba, las canciones que se oían en el bar, todas de la radio, bastante actuales. Y claro, la camarera ha flipado, y así nos lo ha hecho saber.
Me alegra mucho saber que tengo un padre moderno, y Leire en consecuencia, un abuelo ye-ye. Lo cierto es que me ha hecho mucha gracia, no sé yo a qué está acostumbrada esta camarera. Y es que mi padre, y mi madre también, son dos personajes del Renacimiento, ya sabéis, de esos polifacéticos que te sorprenden cada día con nuevas habilidades y capacidades.
Así que cuando el Presidente del FMI dice que hay riesgo de que se pierda una generación (la ni-ni, supongo), pienso que a lo mejor tendrían que echar mano de estos abuelos ye-ye (que imagino habrá unos cuantos), en vez de tanto comité de sabios, porque seguro seguro que daban ideas buenísimas, innovadoras y divertidísimas, para que esa generación recupere las ganas de "tirar p'lante".
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