La responsabilidad social corporativa

Voy a atreverme hoy con un concepto que adelanto me queda un poco grande, porque acabo de tirarme a su piscina... Todo viene a cuento, por un lado, del proyecto que estamos intentando poner en marcha desde CEAR, y que estoy convencida que lo vamos a conseguir, aunque de momento nos está costando un mucho bucear (estoy acuática hoy) por Internet, un mucho preguntar, un mucho escribir, y muy poco dormir. Y por otro lado, a raíz del artículo publicado ayer en El Correo en el que se hablaba de la Fundación Empresa y Sociedad, y se anunciaba la convocatoria Alma Solidaria.

Como bien se dice en este artículo, hablar de responsabilidad social corporativa es un poco hablar de la cuadratura del círculo, ya que si la empresa es una organización que participa de manera bidireccional en una sociedad (da-recibe-da-recibe... o se supone que va/iba así el juego...), se entiende que en ese proceso de ganar-ganar, la sociedad se lleva su parte. Y esa parte no puede ser otra que, además de la creación de empleo y la contribución al crecimiento económico, la participación y promoción de los valores que hacen de toda sociedad una mejor y más justa, en definitiva, una sociedad más agradable en la que vivir. Doy la razón por tanto a Gonzalo Sales experto de la Fundación Empresa y Sociedad, cuando critica el término en sí, donde decir "social" puede sonar redundante "al estar ya implícito cuando hablamos de la empresa, un agente más de la comunidad."

Sin embargo, bien sabemos que las figuras literarias suelen ser necesarias muchas veces para poner énfasis en ciertos aspectos que no se perciben de manera tan clara, de ahí el insistir en lo de "social". Y es que creo que el concepto de empresa se ha pervertido, que se piensa en él como en un monstruo insensible, que piensa en sus beneficios (como no podía ser de otra forma), y en NADA MÁS.

En este momento de crisis, a lo mejor puede parecer a algunos que estamos pidiendo peras al olmo poniendo el acento en esto de la responsabilidad social (voy a usar el término completo, para que se nos vaya quedando), y más si lo conectamos con la diversidad cultural que nos inunda desde finales del siglo pasado. Pero es que tal vez podamos ser innovadores en este nivel, sin perdernos en diatribas tecnológicas, abreviaturas, acrónimos y palabros que nos hacen perder el norte. Se trata de aprovechar este tiempo de crisis (que significa "cambio"), para adoptar una postura diferente en nuestra forma de ver las cosas. Porque mantener y hacer crecer un negocio no significa hacerlo a costa de todo. Es otra cosa, o es algo más (tampoco vamos a ser ilusos pensando que esto va a cambiar de la noche a la mañana...). Me gustaría ver que los proyectos que desde CEAR queremos plantear en este sentido puedan sumarse a las iniciativas por el respeto al medio ambiente, a la igualdad de género o a tantas otras, que empezaron como algo "extraño" y que ahora son el elemento identificador de muchas corporaciones. Y espero que esto no suceda solamente en las grandes multinacionales, sino también en nuestro tejido más importante, el de las pequeñas y medianas empresas, cada uno a su nivel, aportando su granito de arena. Para conseguir, finalmente, que esta sociedad sea cada día, un poquito mejor.

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