Sobre la creación de empresas

Por fortuna o no, desde que hace ya unos cuantos años me aventuré con unos cuantos más a poner en marcha un negocio de consultoría (que aún hoy y para mi orgullo, sigue en funcionamiento), el gusanillo de conocer y aprender sobre el “emprendizaje” y todo lo que gira en torno a ello, en sus diferentes vertientes, no ha dejado de llamar mi atención. Aunque hoy mi dedicación profesional se aleje un poco de este mundo.

En este sentido, me sorprende que en conversaciones que mantengo con gente más o menos implicada en esta cuestión, continúen en el candelero temas de conversación que ya estaban en el “hit parade” cuando nos rompíamos la cabeza para asentar nuestra empresa recién montada. A saber: supervivencia de las nuevas empresas, ayudas a las empresas, seguimiento del espíritu emprendedor…

Me sorprende que hoy no tengamos todavía un modelo claro para realizar ese seguimiento de forma eficaz y eficiente, más allá de meras estadísticas que al final quedan simplemente en números y no aportan más allá. Me refiero a que es necesario, en mi opinión, perfiles específicamente dedicados a investigar esta fase del emprendizaje, en una especie de “gestión del cambio” aplicado a este entorno.

Ya he hablado de la gestión del cambio en un post anterior, y de mis dudas en cuanto a lo que se vende y lo que se aplica posteriormente. En el caso de las empresas de reciente creación, viene a ser un poco lo mismo. De nada vale vender el seguimiento del emprendedor con estadísticas, estudios, etc., si después la realidad nos muestra un panorama complicado, en el que ese seguimiento es difícil de encontrar.

Aplicar una gestión del cambio en el emprendizaje lo entiendo desde el punto de vista de orientar al emprendedor en su andadura, cuando ya está metido en el mercado, para que sea capaz de adaptar su mentalidad a lo que se enfrenta. Porque esto no se hace de la noche a la mañana ni con un plan de negocio.

Es cierto que ellos y ellas deben poner de su parte, que no pueden ir siempre de la mano de las entidades que les apoyan. Pero no estaría de más contar en estas entidades con perfiles que hagan un seguimiento real, en contacto con las personas, con las empresas, con las líneas de negocio. Que conozcan el mercado y las entidades implicadas. Que sepan detectar elementos innovadores (o no tanto), nuevos mercados, nuevas formas de comunicar y de vender (¿qué tal un blog en lugar de un sitio web que no actualizamos con mucha frecuencia?). Que además sean preactivos, en el sentido de provocar iniciativas, organizar encuentros entre emprendedores, promover el intercambio de experiencias…

Entiendo que dicho así puede abrumar, tal vez sea mucho trabajo, no lo sé. Pero se me antoja que ayudar a la creación de empresas no se puede quedar sólo en asistir en su parto y arropar con subvenciones o créditos a bajo interés. Debe ir más allá, en un seguimiento que huya del paternalismo y del intervencionismo, y que redunde más en una colaboración de negocio. Porque su valor añadido para el tejido empresarial puede ser importante, por lo que puede llegar a tener de consolidación de ideas en el mercado, de nuevos proyectos, y de generación de nuevos a través del feedback de muchos.

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