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A las ocho de la tarde

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Llevamos ya unos días en los que, cuando terminamos el aplauso de las ocho de la tarde, ese que venimos haciendo desde que nos metimos en esta crisis sanitaria+estado de alarma, en apoyo del personal sanitario y de todas las otras profesionales que se están dejando la piel en esta situación excepcional, mi hija June, de ocho años, entona con su flauta el himno de la alegría, recientemente aprendido en clase. Es un ritmo irregular, aunque bastante logrado. El propio de una niña de ocho años que tiene la asignatura de música en el colegio. Es un ritmo que te pone los pelos como escarpias. Porque el vecindario empieza ya a acostumbrarse a eso, a que después de los aplausos, toca June con su flauta. Y la gente la aplaude. Y nos sonreímos. Y nos despedimos con la mano. Y ya. Entonces pienso que esta crisis no puede ni debe caer en saco roto. Porque aunque salen a la luz las mezquindades de muchas personas (fakes irresponsables, avaricia inconsumible que quiere aprovechar el tirón, l

Prioridades

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Esta tarde, la madre de una amiguita de mi hija pequeña me contaba, bastante indignada, cómo la responsable de la academia de idiomas donde nuestras dos peques cursan la extraescolar de inglés, la ponía casi contra la espada y la pared para dar la vuelta a todo su esquema de planificación familiar en aras de una reunión informativa "de sumo interés para su hija". Es cuestión de prioridades, le han dicho. A mí esto de las prioridades me hace mucha gracia. Como pasa con muchas otras palabras, es una de tantas que se pone de moda y queda bastante cool soltarlas a la mínima. Y te quedas tan ancho. Suena pues eso, muy profesional, muy de ir de innovador y tal. Hay otras como lo de poder transformador, transversalidad y tal y tal... Que seguro que se venía diciendo lo mismo pero de otra forma y no nos dábamos ni cuenta, pero oye, como que quedas mejor. Bueno, que me desvío del asunto. Prioridades. ¿Qué prioridades? Supongo que para esta academia su prioridad es que todas v

Cómo tejer una comunidad educativa de verdad: reflexiones de una madre

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Suelo seguir con cierto interés los vídeos de la serie “Aprendemos Juntos”, promovido por El País, donde personas que son en principio gurús de la educación en diferentes ámbitos y desde distintas perspectivas, nos cuentan sus experiencias y reflexiones, en un intento de imbuir al personal de un espíritu a favor de la mejora de la educación de nuestras hijas e hijos. Como madre de niñas en edad escolar, y como persona inquieta que me considero, me gusta escuchar a esta gente, aunque la verdad es que dicen cosas que son de sentido común. Por eso tengo que dar la razón a Sonia Díez cuando dijo que todas las personas asistentes eran expertas en educación. Porque creo que todas hemos pasado por experiencias de educación, de diferente orden y alcance, como bien dice, y además si ahora somos padres o madres, pues como que parece que volvemos a un aprendizaje. La educación es un tema complejo. Por un lado, es una actividad continua de la persona, a la que se le da especial imp

Educación colaborativa

  Hoy hemos tenido la primera tutoría del curso escolar de nuestra hija mayor (4º Primaria). Aunque a veces me dicen que para qué voy a esto de las tutorías, la verdad es que me gusta ese contacto con el profesor o la profesora, y que nos conozcan. Considero que el entorno que rodea al alumno/a, en este caso mi hija, es importante para que todos los agentes, profesorado y familia, se hagan una composición de su situación concreta. La cuestión es que hoy, durante la reunión, y tras conocer las valoraciones, excelentes por otro lado, del profesorado que atiende a mi hija en el centro, nos hemos llevado  felicitaciones por parte del tutor por ser, según él, nosotros, los responsables de los buenos resultados académicos y personales de la niña. Me ha emocionado en parte ese reconocimiento, sobre todo porque muchas veces, me siento una especie de bicho raro por el simple hecho de implicarme en la educación de mi hija y en las actividades del centro. Qué le vamos a hacer,  considero que