Prioridades


Esta tarde, la madre de una amiguita de mi hija pequeña me contaba, bastante indignada, cómo la responsable de la academia de idiomas donde nuestras dos peques cursan la extraescolar de inglés, la ponía casi contra la espada y la pared para dar la vuelta a todo su esquema de planificación familiar en aras de una reunión informativa "de sumo interés para su hija". Es cuestión de prioridades, le han dicho.

A mí esto de las prioridades me hace mucha gracia. Como pasa con muchas otras palabras, es una de tantas que se pone de moda y queda bastante cool soltarlas a la mínima. Y te quedas tan ancho. Suena pues eso, muy profesional, muy de ir de innovador y tal. Hay otras como lo de poder transformador, transversalidad y tal y tal... Que seguro que se venía diciendo lo mismo pero de otra forma y no nos dábamos ni cuenta, pero oye, como que quedas mejor. Bueno, que me desvío del asunto.

Prioridades. ¿Qué prioridades? Supongo que para esta academia su prioridad es que todas vayamos religiosamente y casi en un estado de ansiedad, por saber cuanto antes eso tan importante que nos tienen que contar para el futuro de nuestros hijos e hijas. Porque todas sabemos que cuando hablamos de aprender inglés en este país, es casi tanto como sacarse una oposición. Tal es el lastre que arrastramos desde décadas sin que nadie lo arregle.

Y ¿cuál es la prioridad para nosotras, las familias? Pues igual, la primera, que no se nos toree. Porque con esto de la educación se nos está yendo la olla en algunas ocasiones, y empiezan a salir, como churros, chiringuitos de extraescolares y formaciones innovadoras varias, por no hablar de estos y estas gurús de la educación, que se llenan la boca con esto que también suena estupendísimo como "hablar de oportunidades y no de expectativas".

Sumamos expectativas a prioridades. Y nada, que las familias nos seguimos sintiendo toreadas.

Expectativa es estar esperando lo que no está escrito porque se dé respuesta a demandas de las familias en un centro escolar, cuyas cuotas, opacas y nunca desglosadas, se pagan sin rechistar y religiosamente, pasando por alto, ya demasiadas veces, ese oscurantismo, esa falta de transparencia, y esa dejadez en general, tanto en las instalaciones como en la comunicación... Demasiadas veces llevamos ya viviendo de expectativas, rebajando nuestras prioridades como clientes y perceptores/as de un servicio, en aras del bienestar de nuestros hijos e hijas. Por la paz un ave maría.

Lo que pasa es que ocurrirá alguna vez, intuyo que más pronto que tarde, que las familias veamos la oportunidad de poner nuestras prioridades en la primera línea de la lista. De manera que dejen de ser expectativas y se conviertan en realidades. Realidades que transformen esa comunidad educativa en la que queremos todas las personas que formamos parte de ella: transparente, innovadora, respetuosa y colectiva.

Y nada, que ya lo he soltado. Me lo había puesto como prioridad de esta tardenoche :-)

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