Mamá, quiero ser funcionario

El otro día leí con asombro un estudio en prensa que decía que siete de cada diez alumnos de Bachillerato no tenían claro qué querían estudiar. Pero uno de cada cuatro aspiraba a ser funcionario "al ver las ventajas de tener un trabajo estable".

Es curioso cómo el individuo va perdiendo facultades con la edad. Cuando somos críos, todos aspiramos a dedicarnos a aquello que nos gusta, que nos atrae, bien sea por el riesgo, por la aventura, por el amor a los animales, por el amor a los demás. En algunos casos, esas inquietudes se mantienen casi inalterables, y se enriquecen con el paso del tiempo hasta dar forma a un/una profesional dedicado en cuerpo y alma a una actividad que le enriquece y le satisface. Sin embargo, no son pocos los casos en los que esa ingenuidad se corrompe, bien porque por mucho que nos esforcemos en estudiar no nos es posible dedicarnos a aquello que nos gusta, bien porque aspiramos a una oposición que nos relaje para siempre jamás.

Sinceramente, me inquieta que la mayoría no sepa qué hacer. Pero más me inquieta que la mayoría quiera ser funcionario, por el simple hecho de buscar un trabajo estable. Porque intuyo que sólo han leído entre líneas, o sea, lo de siempre, que es trabajo para toda la vida, que no se da un palo al agua y que se vive como un rey. Pero lo cierto es que no es así, al menos no en todos los casos. Y que para encontrar vagos que sobreviven en aguas mansas o en aguas turbulentas no hace falta ser funcionario, los hay muchos en la empresa privada, y bien considerados incluso.

Para mí, este estudio no debe ser una llamada de atención bajo el tópico "qué juventud", sino más bien un toque para los educadores y la sociedad en general, que estamos inculcando, década tras década, el espíritu de la comodidad, del individualismo del que tantas veces hemos hablado.

De poco o nada vale que unos muchos se estén dejando los riñones en las acampadas de nuestras plazas. De poco o nada vale que unos muchos apuesten por un mundo mejor, más solidario y comprometido. De poco o nada vale si al final, los que vienen detrás, tienen como expectativa un trabajo para toda la vida, pensando en ser funcionario, y el que venga detrás que arree. Porque entonces es que no estamos entendiendo nada y seguimos formando borregos sin capacidad de reacción, crítica ni emprendimiento. Sería interesante ser capaces de formar personas comprometidas con su entorno, y mucho más si fuéramos capaces de levantar una economía donde el trabajo estable no se ligara a la Administración, sino a la gestión empresarial y económica ordenada, transparente, socialmente responsable, que garantice un trabajo para todos y todas.

Pero creo que para esto todavía falta un rato largo. Una pena.

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